viernes, 19 de julio de 2013

El zarzo de los pemoles de Carlos Acosta

Esta cajita guarda un tesoro



No se trata del nido de las musas

ni del sitio donde nace el arco iris

no son monedas de oro

ni la visa de todos los países

Esta cajita así de baladí como la ves

es precursora de mis noches limpias

mi paz interna

mis altos

inequívocos

escarceos por el cielo

Puede vivir en el buró

en el cajón de la ropa

en la repisa del baño

Pervive en la bolsa de la camisa

u olvidada en la guantera del auto

Puedo perderla renegar de ella maldecirla

esconderla para no encontrarla

Pero siempre

ahí estará

Esta cajita en colores

contiene los miligramos

que con un exacto horario

me convierten en milagro

lleva en su seno de cartoncillo

las perlas más amigables

que alguna vez

hombre alguno

haya soñado encontrar

esta cajita Pemol

son mis antidepresivos




Carlos, Acosta, (2012). El zarzo de los pemoles. Ciudad Victoria, Tamaulipas: Instituto Tamaulipeco para la Cultura y las Artes/ Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. 88pp.

El zarzo de los pemoles de Carlos Acosta:

¿Eres feliz?



Es una pregunta necia

lo sé

pero qué quieres

en los recientes días

me dio por preguntarle a la gente

y todos esconden la respuesta

la evaden

¿Será que se cuidan de la envidia?

¿La mayoría de la gente no es feliz?

Un amigo mío dice

que sumando los momentos

de felicidad

de una vida

no alcanzan ni para llenar un día

Alguien más escribió

que el mayor de los pecados

es

no ser feliz

Pero

no lo pienses mucho

no te abismes

Pemol

Pemol

sólo responde





Carlos, Acosta, (2012). El zarzo de los pemoles. Ciudad Victoria, Tamaulipas: Instituto Tamaulipeco para la Cultura y las Artes/ Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. 88pp.

El zarzo de los pemoles de Carlos Acosta

Algunas madrugadas Pemol



me despiertan parvadas de calandrias

Su plumaje fosforescente parpadea en lo oscuro

sobrevuelan en círculos el cielo del insomnio

Soy un hombre desvalido

esperando el momento en que los pájaros

me sacarán los ojos

No es angustia lo que oprime el pecho

sino algo parecido a la desolación

Ofrezco a las aves mis labios

las manos los dientes las uñas

lo que abarque el aire de pies a cabeza

Pero las calandrias sólo sobrevuelan

Entonces

me abro la camisa

y en voz baja les digo:

coman pues del corazón




Carlos, Acosta, (2012). El zarzo de los pemoles. Ciudad Victoria, Tamaulipas: Instituto Tamaulipeco para la Cultura y las Artes/ Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. 88pp.

El zarzo de los pemoles de Carlos Acosta

Pemol:



Mi madre tiene poco más de ochenta y dos años

(y mucha tristeza)

Pero tener es un verbo engañoso

Dónde se tienen los años



¿En la espalda en los ojos

en las noches de rezar a solas

en un trastabillar de la cocina a la sala?

Mi madre

hace milagros con las flores del jardín:

Tulipanes Teresitas Buganvillas

sonríen al verla venir

bendice el viejo piano sólo con tocarlo

se le llena la ventana de inquietos colibrís

come poco llora mucho

escucha todo el día la radio

Los Panchos Pedro Vargas Agustín Lara

todos muertos

le acompañan

Mi madre

La que alguna vez cargó con sus maletas y sus hijos

y en el centro de los peores augurios

se fue del pueblo que la vio nacer

la cada día más frágil

la invencible

A veces muy temprano despierta

y encuentra que la lengua es nudo en la boca

muy despacio sale de su cama

explora la habitación

reconoce su casa

La mujer que me llevó en el vientre

ahora carga

¿en la espalda en los ojos?

ochenta y dos años

y mucha tristeza

Yo digo que los dioses le jugaron rudo:

le arrebataron

antes de tiempo

a mi padre y a mi hermano

a ella

que si algo ha sido

es una mujer bondadosa




Carlos, Acosta, (2012). El zarzo de los pemoles. Ciudad Victoria, Tamaulipas: Instituto Tamaulipeco para la Cultura y las Artes/ Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. 88pp.

El zarzo de los pemoles de Carlos Acosta

Hay quien reniega de sus perversiones



sin saber que por ellas sigue vivo

quien maltrata sus recuerdos

y mutila para siempre

una parte de sí mismo

Hay quien maldice el futuro

y fertiliza rencores

Quien venda los ojos a las alegrías

y bebe ansioso lo dulce del veneno

Hay quien arranca espinas del suelo con los labios

quien ofrenda su vida a los caminos

Rompe los espejos con solo mirarlos

y revive sueños al caer sus párpados

Y como muchos

piensa que es feliz

Hubo quien olvidó su historia

y nunca imaginó

que era el modo más indigno de morir

Quien cortó el cordón umbilical

y se alejó diciendo volveré



Hubo quien se encontró en lo oscuro

Abonó con mentiras las buenas conciencias

contó las estrellas

habló con la luna

Y como tú y yo Pemol

enloqueció





Carlos, Acosta, (2012). El zarzo de los pemoles. Ciudad Victoria, Tamaulipas: Instituto Tamaulipeco para la Cultura y las Artes/ Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. 88pp.

El zarzo de los pemoles de Carlos Acosta

A veces quiero ser el sol



a punto de asomar al horizonte

a veces una nube con forma de animal

una ráfaga de aire

un perro bien cuidado

un almendro en otoño que llora por sus hojas

A veces quiero ser una calle sombría

un faro con luz propia

   apenas alumbrando la esquina del olvido

papalote invisible jugando en el viento

un poco de ira

un gramo de dolor

la punta de una espina

A veces Pemol

un tanto de coraje oprimiendo en el pecho

una carpa de noche

una onza de vida guardada en un frasquito

un bastón

un vitral

una guitarra azul colgada en la pared con cinta roja

un abrazo de adiós

otro de bienvenida

el futuro que nadie alguna vez soñó

un secreto podrido

dos tragos de tequila

una cuenta pendiente que no quiero pagar

Y a veces

un pasado glorioso

un buen día desde el alba hasta el fin de la noche

una brizna en mi cuerpo

en mi casa

en mi pan

   una brizna

   he dicho

de inmortalidad





Carlos, Acosta, (2012). El zarzo de los pemoles. Ciudad Victoria, Tamaulipas: Instituto Tamaulipeco para la Cultura y las Artes/ Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. 88pp.

El zarzo de los pemoles de Carlos Acosta

Te llamo desde lo profundo del abismo



que también es cielo

Desde el arrebol más nítido te nombro

A la orilla del silencio mi respiración te invoca

Y mientras la ansiedad esa enemiga

revuelca lo que soy por dentro

el nudo en la garganta

ciego

irresoluble

implora tu presencia

Te llamo desde la mudez de mi inconsciencia

que también es grito

y quién sabe si mis ladridos te desnuden

¿Debo nombrarte como se nombra a los dioses?

Tu origen es mi origen Pemol

La luz de tu vientre modeló a mis ancestros

y dibuja adioses y esperanzas

colores y remordimientos

en este teatro del absurdo

al que nombro mi vida





Carlos, Acosta, (2012). El zarzo de los pemoles. Ciudad Victoria, Tamaulipas: Instituto Tamaulipeco para la Cultura y las Artes/ Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. 88pp.

El zarzo de los pemoles de Carlos Acosta

Yo soy Pemol no es un secreto:



a la primera mordida me desmorono

Lo eres tú y no lo sabes

Lo es el nido de calandria

en las altas ramas de los árboles

Pemol es horizonte

mezquites timas huizaches

lodazales en verano

eucaliptos taciturnos

y el recuerdo desgranándose

maíz de mazorca tierna

en el pueblo de mi infancia

mi padre mi madre: guitarra y bondad

la casa con cielo de palma y anonas y ciruelos en el patio

el alba de los caminos

lo púrpura de la tarde

la penumbra y sus grillos justo antes de dormir

Pemolitos son mis hijos y los sueños que les rondan

Pemolita mi mujer

con su mirada de azúcar y su voz de piloncillo

mis abuelos

par de luces adheridas en la noche a lo profundo del cielo

lo que soy y no quisiera

y lo que fui

cuando ser

no reclamaba otra cosa

que seguir al corazón

Soy un Pemol no lo niego




Carlos, Acosta, (2012). El zarzo de los pemoles. Ciudad Victoria, Tamaulipas: Instituto Tamaulipeco para la Cultura y las Artes/ Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. 88pp.

martes, 16 de julio de 2013

El zarzo de los pemoles de Carlos Acosta

Cómo puede un recuerdo



ir contigo de por vida

no salir no abandonarte

Aunque los años

se conviertan en añicos

y los meses

se vuelvan mezquinos

Así las semanas

se mantengan en tu contra

y los días digan lo contrario

Aunque vírgenes y dioses

se hagan polvo en los altares

Y a lo lejos la noche

se disuelva en lo inasible:

Lo que vives va contigo

Cómo puede un silencio

Pemol

ser cicatriz invisible




Carlos, Acosta, (2012). El zarzo de los pemoles. Ciudad Victoria, Tamaulipas: Instituto Tamaulipeco para la Cultura y las Artes/ Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. 88pp.

 

El zarzo de los pemoles de Carlos Acosta

Te deshaces en mi boca



y tus moronas espinan

los pliegues de las entrañas

Tu azúcar de amargura

pregunta

sobresalta

en lo azul marino de la madrugada

Me haces tragar

un gato que al caer

me va arañando el esófago

Te respiro y el aire

son residuos

de humo negro

Te deshaces en mis ojos

te deslizas por mi piel

y tus cenizas desabrochan mis zapatos

rasgan la sinrazón

queman lamentos

Pemol pan de tropiezos campanario pueblo






Carlos, Acosta, (2012). El zarzo de los pemoles. Ciudad Victoria, Tamaulipas: Instituto Tamaulipeco para la Cultura y las Artes/ Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. 88pp.

El zarzo de los pemoles de Carlos Acosta

No es miedo lo que corre por las venas



No ira rencor ni envidia loca

No es la sangre torrente de alegría

ni júbilo ni algarabía las arterias

Por esta vez han huido del pecho

todas las estrellas menos una

Un desierto y no por fuerza sosegado

es páramo infinito en mis adentros

Las manos no tiemblan ni arrebatan

No es dolor lo que rompe los huesos

ni amor del malo ni del bueno

No son los gritos plegaria o penitencia

ni a lo lejos residuo de una sombra

No Pemol

lo que hoy me hunde abandona aísla

es esta dulce devastadora

melancolía





Carlos, Acosta, (2012). El zarzo de los pemoles. Ciudad Victoria, Tamaulipas: Instituto Tamaulipeco para la Cultura y las Artes/ Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. 88pp.

lunes, 15 de julio de 2013

El zarzo de los pemoles de Carlos Acosta

Nunca sabrás que los almendros



son guindas en otoño

por tu risa

Y el agua salada de mis ojos

la nuez y su nostalgia verde

la oruga y el milagro

son porque de ti se nutren

La parvada de calandrias

visión que un día me llevara

lejos

por la orilla del río

era mancha dorada entre nubes

porque ya te predecía

Nunca sabrás Pemol

que este corazón transido

papalote perdido en mis adentros

sólo es copia

infiel e inexacta

de aquel que dejé

desangrándose de amor

entre tus amaneceres





Carlos, Acosta, (2012). El zarzo de los pemoles. Ciudad Victoria, Tamaulipas: Instituto Tamaulipeco para la Cultura y las Artes/ Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. 88pp.