Algunas madrugadas Pemol
me despiertan parvadas de calandrias
Su plumaje fosforescente parpadea en lo oscuro
sobrevuelan en círculos el cielo del insomnio
Soy un hombre desvalido
esperando el momento en que los pájaros
me sacarán los ojos
No es angustia lo que oprime el pecho
sino algo parecido a la desolación
Ofrezco a las aves mis labios
las manos los dientes las uñas
lo que abarque el aire de pies a cabeza
Pero las calandrias sólo sobrevuelan
Entonces
me abro la camisa
y en voz baja les digo:
coman pues del corazón
Carlos, Acosta, (2012). El
zarzo de los pemoles. Ciudad Victoria, Tamaulipas: Instituto Tamaulipeco
para la Cultura y las Artes/ Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.
88pp.
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