Nunca sabrás que los almendros
son guindas en otoño
por tu risa
Y el agua salada de mis ojos
la nuez y su nostalgia verde
la oruga y el milagro
son porque de ti se nutren
La parvada de calandrias
visión que un día me llevara
lejos
por la orilla del río
era mancha dorada entre nubes
porque ya te predecía
Nunca sabrás Pemol
que este corazón transido
papalote perdido en mis adentros
sólo es copia
infiel e inexacta
de aquel que dejé
desangrándose de amor
entre tus amaneceres
Carlos, Acosta, (2012). El
zarzo de los pemoles. Ciudad Victoria, Tamaulipas: Instituto Tamaulipeco
para la Cultura y las Artes/ Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.
88pp.
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