Derribamos los pinos
Eran altos
delgados
daban la sensación que un día de estos
alcanzarían las nubes
También a veces parecía
que los iba a tronchar sin más esfuerzo
cualquier mínimo soplo del otoño
Eran buenos árboles
nunca aceptaron entre sus ramas plaga alguna
ni tuvieron la insensatez
de hacer amistad con los relámpagos
Y a veces muy temprano
se mecían
aunque no hubiera viento
Cuidaban la casa de mis padres
del terror de las tormentas
de la fiereza del sol canicular
de los inviernos
Algún día llegué a imaginar
que también los protegían de la muerte
por eso aquel diciembre en que mi padre se nos fue
tuve muchas ganas de salir a reclamarles
y sólo de ver la tristeza
caer desde la cumbre hasta sus troncos
no pude más que abrazarme a ellos
y pedir consuelo
y consolarlos
Con el paso de los años se volvieron viejos
Eran dos bellos centinelas Pemol
y hoy los derribamos
Carlos, Acosta, (2012). El
zarzo de los pemoles. Ciudad Victoria, Tamaulipas: Instituto Tamaulipeco
para la Cultura y las Artes/ Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.
88pp.
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