¡Cómo duele parir un poema de perdón!
Un poeta atado a un muro.
No hay salida,
cuatro paredes, púas en los alambres
y tu adiós con odio.
¡Qué frío es el olvido cuando se impregna de soledad!
¿No hay luna? –preguntó
Ella y su vestido rayado de fin-de-fiesta,
Yo de azul-cuervo-enlutado.
Ella se muerde los dedos al hacer el amor,
me toca suavemente,
no tiene rostro, pero sus ojos son caricias,
la sierpe del deseo muerde las manos
y Dios destruye ciudades enteras.
Jacobo, Mina, (2011). Terminal
Laredo. Ciudad Victoria, Tamaulipas: Instituto Tamaulipeco
para la Cultura y las Artes/ Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. 110pp.
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