Nadie es dueño de sus palabras
Digo tu nombre se disuelve en el aire
grito mi orgasmo se diluye en la noche
canto amor nadie se entera
murmuro abril y ya es noviembre
Dices mi nombre huyo en la niebla
gritas tu orgullo lo disuelve el agua
cantas pasión el cielo sordo
murmuras primavera y ya es invierno
A nadie pertenece lo que habla
El aire borra verdades hace nada las mentiras
pierde en el abismo lamentos y jolgorios
rebaja al rango de silencio cualquier filosofía
Nadie es propietario de lo que promulga
Entonces por qué dime Pemol
apenas pronuncio tu nombre
y me duele todo el cuerpo
Carlos, Acosta, (2012). El
zarzo de los pemoles. Ciudad Victoria, Tamaulipas: Instituto Tamaulipeco
para la Cultura y las Artes/ Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.
88pp.
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